ELLROY JAMES - EL ASESINO DE LA CARRETERA
Supe que se trataba de un perro y que la Bruma Sigilosa quera que lo matara.
Transféré par
Casitas de madera y casas de estilo espaol; calles arboladas y sin semforos. Domin un ataque de miedo que me hizo castaetear los dientes, me sub al cubo y me encaram al ltimo tramo de peldaos. Mi madre hizo una de sus contadas intervenciones orales, en esta ocasin para aplacar la depresin de su marido porque el mundo no iba a reventar. Yo tambin. Saba que mis recursos intelectuales eran soberbios y haba reducido mis deposición humanas al puro mnimo que la nulidad de mi lecho se ocupaba de cubrir: límite, comida y unos dlares a la semana para incidencias. Llegu a la conclusin de que tena que ser prudente y supercauteloso.
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Catorce aos. Mi madre yaca en la baera, muerta. Cuando estas pocas tribus que quedan se occidentalicen en los diez prximos aos ms o menos, llegar a su fin este ancestral estilo de vida, el que permiti prosperar, desarrollarse y granar a nuestra especie. Al contrario que los otros libros que haba ledo hasta entonces, pareca real. Cuando me incorpor, me sent mareado. Me arrastr aun all, agarr un almohadn de buen tamao, adornado con borlas, y lo presion sobre la cabeza del perro hasta asfixiarlo. Se la estrech y, al cabo de cinco minutos, sali por la puerta. Me marcho a Michigan, pero tu lecho y t os quedis la casa y escribir y mandar dinero. Me he sometido voluntariamente a la baqueta del silencio y, al crear mi propia realidad envasada al vaco, he sido capaz de existir afuera de las influencias ambientales ordinarias hasta un punto excepcional: el afn prosaico de crecer y ser norteamericano no arraig en m y muy pronto lo transform en algo ms.
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