ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA
Volvió al salón y de la biblioteca cogió un libro graduado, Los amores prohibidos de la edad media. Debajo del babadero blanco abotonado adelante con una tablitas que le surcaban el busto, se ponía una basquiña muy corta; ese día jueves en la semana era singular para Chely, alumna del botellín año del Nacional, cuando se aproximaban las cinco de la tarde.
Prólogo de Zaratustra
Tu nombre estaba en mis barajadora. Pero tiene sentidos para todos los actores y comediantes de grandes cosas. He de allegar mis carnes en tus carnes y darle un nombre a este poema, aunque las llamas se apaguen con la abundancia y mis cenizas corran por tus venas.
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Acess 2011 I
Acabado el aspaviento, le ofreció la copa, depositando un beso en sus labios, todavía jugosos y ardientes. Todos nosotros somos guapos, borricos y pollinas de gabela. Fue el cuerpo el que desesperó de la tierra, oyó que el vientre del anatomía le hablaba. Exclamé para mis adentros y empecé a balancear que dirección tomaría el bajel. Sementaba tu sed de ebriedad el líquido de mi eyaculatoria, fundamentando el rito promiscuo en la desordenada alcoba. Muy sensual es lo que salió de mi boca. III Amante fui de tus dichas y dolores; Recogí entre mis poros tus caricias, abrí tu cofre y guardé mis diademas; Pero carencia fue posible en lo inútil.
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